viernes, febrero 09, 2007

Basta de manipular el lenguaje

Salieron dos artículos en La nación el otro día sobre distintas deformaciones del lenguaje. Disculpen el floreo de los autores; es una forma alambicada de mostrar sus credenciales. Uno versa sobre la novedosa costumbre, políticamente correcta al extremo, de remarcar el género masculino y femenino cuando en el castellano tradicional bastaba el sujeto genérico.
Como decir "queridos amigos" es machista, se suplanta por "queridos/as amigos y amigas". En fin, una estupidez que no tiene género; no será ni la primera, ni la única, ni la última.
La palabra todos no es precisamente discriminatoria. Lo dice el diccionario, todos quiere decir todos, pero además lo refrendan Perogrullo y el sentido común. Sin embargo, lo políticamente correcto es dirigirse "a todos y a todas" (si hubiera niños, ¿habrá que agregar "toditos y toditas"?).

Pero aclarar algo que para la mayoría de los mortales estaba claro supone crear un equívoco. Es una imposición binaria. Quienes insisten en hablar como siempre, con sujeto genérico (inevitablemente masculino), corren el riesgo de quedar bajo sospecha de ser machistas irreductibles, personas que se oponen a que las mujeres ganen igual salario que los hombres, a que ellas vayan a la cancha, conduzcan cosechadoras o presidan una fábrica de bujías. Hasta podrá inferirse que si un ingeniero dice que calculó las horas hombre que demanda la construcción de un puente es evidente que el tipo es de los que no quieren que las mujeres voten.


El otro es sobre el también mal hábito de inventar palabras, o el de usarlas en un contexto manifiestamente erróneo. En lugar de aceptarlas como vienen, las retrucan, fuerzan. El lenguaje así ya no es una convención avalada por la costumbre, sino una creación individual exponente de insumisión.

Pero el escuchador se pregunta, entonces, cómo será la manera en que las palabras viven, cuáles quedan y cuáles mueren, por qué razones, por ejemplo, de malo se deriva maldad y no maleza, si en cambio de bello la belleza se cae de madura (porque beldad ya se va por las ramas del cumplido o de la descripción entusiasmada), o por qué no "bellesitud", haciéndose eco de la misma final desinencia donde cae la juventud, que por algo no es "jovencia", "joveneza" o "jovenza", así como es mortandad y no muertismo. Por qué alegría y no alegritud o alegranza o incluso alegridad.

Cuáles son los caminos que llevan a la destrucción y evitan, en cambio, un posible "destruimiento", pero convierten la compañía, en el mejor de los casos, en compañerismo, y en el peor en el aburrimiento y la obligación de soportarse, cuando no en un acompañamiento neutro.

2 comentarios:

Alberto Fernández dijo...

Lo políticamente correcto nos invade por todos lados. Siempre me he preguntado que tiene de ofensivo decir que una persona negra es negra y evitar la muletilla de "persona de color", porque a mi cabeza sólo se viene una pregunta despues de esa frase: ¿y de qué color?.
En España hubo un tiempo en que cualquier anuncio, tanto en tono humorístico como un poco más serio, se atrevía a tomar en broma un colectivo determinado, se armaba un espolio de mil demonios y no se paraba hasta la retirada del anuncio. Así, por ejemplo, varias asociaciones de agricultores se enfadaron y sintieron insultados por un anuncio de Pans&Company; porque la compañía habia elaborado un anuncio para resaltar el sabor auténtico y natural de sus bocadillos humorizando la vida campesina.

En fin. Qué podemos esperar de un tiempo como éste donde ni siquiera nos enfadamos para defender nuestra libertad. Pues preocuparnos de que los humanos y las humanas del mundo y la munda se levanten y defiendas sus intereses.

Marta Salazar dijo...

yo, la verdad es que sí estoy feliz de que se refieran explícitamente a las mujeres!!!