domingo, febrero 11, 2007

Enfoques

A no apresurarse en desestimar la eficiencia del desorden, o como lo llamaría Hayek, el (des)orden espontáneo. El desorden permite ver las cosas de otra manera y ahorrar tiempo. Esa es la tesis, algo obvia, con la que Eric Abrahmson dejó boquiabiertos a los lectores de La Nación hoy domingo.

La nota que sigue ya no es nada obvia y en realidad es bastante informativa, pero...¿Cómo presentarla bien? No lo se, no quiero decir alguna burrada, y no quiero privar a los que no leen La Nación y tienen algún grado de curiosidad de leerla. Como una imagen habla por más de 1000 palabras, dejemos que la incluida el diario haga de link a la nota (que tiene 2400 palabras).
Una lástima que por ser la pieza de The Economist y después de hacer un recorrido por las comunidades de EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Israel y Rusia, no hubiera un apartado para latinoamerica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Hay algo más hermoso que el desorden? Y por otra parte, ¿habrá algo que los gobernantes y estados odien más? Me encanta porque a ellos les disgusta, y les disgusta porque a mi me encanta.

Si la naturaleza y la perfección tienden al caos, ¿por qué se empeñan en crear sociedades ordenadas/planificadas? Eso es involución, incivilización y barbarie de verdad.

Del caos venimos y hacia el caos vamos. Ya lo habían dicho los griegos hace como 2500 años.