sábado, mayo 16, 2009

Se me perdió ocasión. Recompenso



Si me habrá enganchado, que en cuatro dias me terminé de leer La ocasión perdida (la revolución rusa de 1917. Del régimen zarista a los horrores del estalinismo) de César Vidal, una especie de Pacho O'Donnel español y conservador, físicamente más parecido a un Jeff Goldblum gordo. Como escritor sin duda es muy prolífero.
Allá en el '97, año en el que se le dio por escribir apenas 11 libros, no dejó pasar la oportunidad de conmemorar el 80 aniversario de la revolución rusa es un libro de narrativa histórica con momentos de análisis y crítica, en contraste con el abordaje puramente analítico de Fitzpatrick correspondiente a la última tendencia historiográfica, comentada en este blog.
El subtítulo (de...hasta...) sugeriría que ambos autores pueden hacer causa común en la propuesta de un marco temporal más amplio. En principio, ambos hunden las raices bien atrás (o abajo), en el caso de Vidal comenzando con un rápido repaso de la historia de Rusia, hasta ir desacelerando de la abolición de la servidumbre (1861) en adelante.
El libro tiene 250 páginas; 171 pertenecen a la narrativa principal y el resto a anexos; las primeras 90 abarcan los períodos anteriores a la revolución de Febrero de 1917, con las reformas (o la falta de las mismas por parte) de los zares, la guerra de 1904, el alzamiento de 1905, la entrada en la Gran Guerra. En las restantes 90 debe entrar el derrocamiento del zar, el gobierno provisional de Lwow-Kerenski, más guerra mundial, el golpe bolchevique, la guerra civil y por último, tal como promete el subtítulo, "los horrores del stalinismo".
Vidal no cumple con lo último. Da por concluída la sección principal del libro con el aplacamiento de la rebelión de la guarnición de Kronstadt, como último estertor de la guerra civil. Por si quedaba alguna duda, la cronología incluída en el apéndice finaliza en enero de 1924 con la muerte de Lenin y la sanción de la primera constitución de la URSS.
Hablando de los apéndices, también se incluyen breves semblanzas de los así llamados "protagonistas", y entre lo más atrayente de todo el libro, 55 páginas de documentos (50 de ellos en total) donde, nuevamente, se cierra con uno relacionado a la rebelión de Kronstadt. Si bien no son todavía del estalinismo, no dejan de ser horrores las órdenes muchas veces impartidas por el propio Lenin, quien se valió de cuanto terror pudo sin preocuparse demasiado por no dejar constancia.
Vidal explica el triunfo de los bolcheviques en la guerra civil a partir de su superioridad numérica y territorial, de la aplicación del comunismo de guerra, y sobre todo del desenfado con el que echaron mano al terror. En otro momento compartiré algunos de estos documentos.

¿Y cuál es la ocasión perdida?. Tanto hablar de zarismo en los primeros capítulos puede llevar a ubicar la ocasión en la reticencia de los zares a reformar más temprana y profundamente el sistema político y sus pilares económicos. Vidal elogia el esfuerzo de modernización estratégica del país con los ministros Witte y Stolypin, pero de alguna manera cuestiona las consecuencias, por hacer sobrellevar a las masas campesinas y obreras los costos de un sistema excluyente en lo político y social.
El zar Nicolás II le parece un personaje simpático, sin embargo nunca a la altura de las circunstancias (por cierto, Vidal usa todo el tiempo la palabra circunstancia, en tan solo una página la llegó a escribir tres veces), a diferencia de su abuelo reformista, Alejandro II, cuyo asesinato lo dejó marcado de pequeño.
La verdadera oportunidad histórica, y acá está la tesis central, vino con la revolución de febrero, al traer aparejada una democracia parlamentaria, social, pluralista, humanista, en palabras de Lenin, hizo a Rusia "el pais más libre del mundo", aun con las dificultades de la guerra y el detalle nada menor de estar funcionando una doble fuente de poder (el gobierno provisional y el Soviet de Petrogrado). La disposición del gobierno en su conjunto a continuar la guerra en un clima de consenso y legalidad facilitó el que un sector minoritario pero radicalizado y de dirigencia despiadada como los bolcheviques aprovechara la debilidad del sistema para tumbarlo, antes de lograr consolidarse las reformas del régimen en una asamblea constituyente.
Concluye Vidal que el éxito de la asamblea constituyente habría estabilizado a una Rusia regida por el sistema más "moderno, democrático y socializado que se haya visto". Tal fue la "oportunidad dorada".

2 comentarios:

hugo dijo...

"un sector minoritario pero radicalizado y de dirigencia despiadada" no te suena conocido, algo más tarde y al oeste...

MarcosKtulu dijo...

Sí. La verdad hay que reconocer que Roosevelt y Peron no llegaron a tanto.